Sentados en la acera o arriba de enmohecidos muros, a la entrada del antiguo Instituto de Segunda Enseñanza de La Víbora, en el municipio habanero de 10 de Octubre, a unos veinte minutos en auto del centro de La Habana, seis estudiantes, cuatro varones y dos hembras, comentan sobre la liga española de fútbol, charlan de moda o se pasan audiovisuales musicales mediante una de las aplicaciones de móviles en Cuba.
Cuando les pregunto el día que nació la República, se miran unos a otros como intentando buscar colaboración para responder la interrogante. Jonathan decide tirarse a la piscina.. “El primero de enero”, dice, haciendo un gesto con sus hombros, por lo tonto que le parece la pregunta.
¿Estás seguro?, insisto. Daniela es la única del grupo que tiene dudas. “Creo que el 20 de mayo se fundó una república en Cuba, pero ya no se tiene en cuenta, porque fue mediatizada, al estar bajo el control de Estados Unidos. Cuando de verdad fuimos independientes fue en enero de 1959. Al menos eso dicen los libros de historia que damos en la escuela”.
Si usted a niños, adolescentes y jóvenes, en las edades comprendidas de 9 a 16 años, les pregunta sobre el día de la independencia y de otros temas nacionales o internacionales, notará profundas lagunas provocadas por décadas de adoctrinamiento pedagógico en la historiografía cubana y mundial.
Pero entre los cubanos mayores de edad el panorama es similar o peor. De nueve adultos encuestados, cuatro desconocían cuál era la fecha fundacional de la República. De los cinco que conocían la respuesta, dos eran mayores de 60 años, y todavía recuerdan la importancia del 20 de mayo en Cuba antes de los barbudos.
“Cómo no voy a recordar esa fecha. Ese día en mi casa colgaban una bandera cubana y estrenábamos ropas nuevas. En los colegios, públicos o privados, se visitaban sitios históricos. En mi escuela nos llevaban al Hogar del Veterano, donde estaban internados varios mambises y departíamos con ellos”, rememora Gustavo, jubilado.
El desconocimiento y los gazapos de muchos cubanos sobre una fecha tan importante son imputables al régimen de Fidel Castro. Al llegar al poder, él erigió una versión de la historia a conveniencia. Algunos sucesos se obviaron, minimizaron o burdamente se borraron. Otros se tergiversaron chapuceramente o se manipularon.
No pocos cubanos dan por hecho que José Martí fue el autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba organizado por Castro en julio de 1953, o consideran que Cuba era una neocolonia de los Estados Unidos. Todos los que nacimos después de 1959 aprendimos la historia en blanco y negro.
El castrismo se empeñó en decirnos que el nacimiento de la República estuvo condicionado por la injerencia estadounidense, quedando plasmado en la Enmienda Platt, concesiones de tierra, licitaciones a empresas norteamericanas e intervenciones militares.
Pero hay que ubicarse en el contexto histórico. Cuando se mira un mapa de principios del siglo XX, una amplia franja de naciones en Asia y África eran dominadas por sus metrópolis. Fue duro para muchos asambleístas cubanos aprobar una Constitución con ese fatal apéndice. Pero la Carta Magna de 1901 contenía elementos clásicos de las constituciones modernas en lo relativo a la separación de poderes y derechos individuales.
Por supuesto, era una democracia imperfecta. Desigualdades, pobreza extrema, sobre todo en el campo, y gobernantes corruptos que convirtieron al Estado en un trofeo de caza. Pero en 1958, los hacendados y empresarios cubanos eran dueños del 70 por ciento de los negocios.
La ignorancia de muchos compatriotas va más allá del día de la República. Un segmento importante de estudiantes cubanos, universitarios incluidos, desconocen los crímenes de Stalin, el Holodomor o genocidio en la región de la Ucrania soviética y que debido al hambre cobró la vida a siete millones de personas. O el Tratado Ribbentrop-Molotov, un pacto con el fascismo alemán para compartir Europa del Este. Poco o nada se conoce sobre las intervenciones del Ejército Rojo en Budapest, Praga o Afganistán y que el régimen verde olivo, que se considera antiimperialista, no condenó la ocupación de Crimea por Vladimir Putin en 2014.
Del estado gamberro de Corea del Norte, impresentable dinastía comunista y sus chantajes atómicos, no escriben los medios en Cuba. Ni del tráfico de piezas aéreas y viejos aviones Mig cubanos rumbo a Pyongyang, detectados en Panamá en 2013, violando leyes vigentes de la ONU. Por supuesto, existe un silencio absoluto sobre las empresas y funcionarios cubanos implicados en los Papeles de Panamá. Con la ampliación de los servicios de internet, los interesados en conocer la podredumbre en las alcantarillas del poder y el pasado subversivo de la autocracia castrista, pueden verificarlo.
Detrás del desconocimiento de los estudiantes de La Víbora, existe un marcado interés oficial de describir la historia de Cuba y el mundo a su manera. Sin matices.
Iván García
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