miércoles, 2 de mayo de 2012

Despaigne, el pelotero cubano que hace la diferencia


De efectuarse una exhibición de los mejores peloteros cubanos para contratarlos en Grandes Ligas, es probable que Alfredo Despaigne, 25 años, jardinero del equipo Granma , no enamore a los cazatalentos.

Las golosinas serían los lanzadores Yadier Pedroso, con su mortífera bola de tenedor, o la recta de 97 millas de Vladimir García. Por supuesto, el antesalista Yulieski Gourriell, un pelotero de cinco dimensiones, tendría todas las papeletas para que las 30 organizaciones de Grandes Ligas abran la chequera.

Alfredo Despaigne no impresiona. No tiene biotipo de slugger. Mucho menos de cuarto bate. Este moreno nacido en Palma Soriano, Santiago de Cuba, solo mide 1,74 centímetros.

Eso sí, es fornido como un toro. Pesa 92 kilos y tiene un swing ultra rápido y poderoso, quizás el mejor del béisbol cubano. Técnicamente todo lo hace bien a la hora de batear. Es agresivo, oportuno y siempre está bateando.

Tiene una zona amplia de contacto y pocos puntos débiles como bateador. Puede enviar la pelota a 500 pies por cualquier ángulo del terreno. Y a la hora cero, cuando a muchos les tiembla el bate, Alfredo Despaigne suele sacar las castañas del fuego.

Pero Despaigne no la ha tenido fácil en su carrera como pelotero. En las pruebas realizadas para ingresar en una escuela deportiva santiaguera los preparadores lo desecharon.

“Eres muy bajito, dedícate a otra cosa”, le dijeron sin rodeos. Tenía 9 años y el golpe no melló sus deseos de llegar a ser una estrella beisbolera.

Si algo le sobra a Despaigne es carácter. Sus padres, Alfredo Despaigne Maceo y Rachel Beatriz Rivero, ante la insistencia de su hijo, se mudaron a la provincia Granma y lo inscribieron en una escuela deportiva de Bayamo.

Despaigne es la típica historia del deportista descartado, enviado a casa por los preparadores porque no mide 6 pies o no tiene un somatotipo adecuado.

La testarudez tuvo su premio. Ya en 2004 era jardinero central y cuarto bate de la selección juvenil de su provincia. Suelo acudir a los torneos de cadetes y juveniles para observar el desempeño de futuras estrellas.

Hace ocho años, una mañana nublada me llegué al estadio del Hospital Psiquiátrico de Mazorra, donde se celebraba la final por el título entre Granma y Ciudad Habana. Tenía las estadísticas de la novena granmense y una libreta para hacer apuntes de los jugadores con más talento.

Ese día, por los capitalinos lanzaba Ian Rendón, un zurdo que poseía un promedio de menos de una carrera por juego, dominaba un tenedor de nivel y una excelente curva.

Así y todo, en los dos primeros turnos al bate, Despaigne le pegó dos líneas feroces por el centro de terreno que donde picaron segó el césped .

Era rápido y tenía un excelente brazo, aunque tenía carencias a la defensa. En 2004 integró la selección nacional que se coronó campeón mundial en China Taipei. Y fue nominado como uno de los jugadores más valiosos del torneo.

Ese mismo año debutó en las series nacionales por todo lo alto , con el número 56, al año siguiente lo haría con su habitual 54. Defendió la pradera izquierda. En 320 turnos conectó 100 hits, 17 dobles, 5 triples y 10 jonrones. Nada mal para un novato.

Al no ser Granma un equipo de los clásicos en la pelota cubana -ya se sabe que me refiero a Santiago de Cuba, Pinar del Río, Villa Clara e Industriales-, sus jugadores no suelen estar entre los más mediáticos.

Por tanto, aunque se elogió la labor del debutante, no tuvo el énfasis informativo de novatos gloriosos como de Kendry Morales, quien pulverizó 10 récords de novato, o de Yulieski Gourriell, que venía antecedido de fama, ya sea gracias al desempeño como pelotero estelar de su padre, como por su labor en la categorías inferiores.

A partir de esa campaña, Despaigne conformó junto a Yoennis Céspedes (recientemente firmado por 36 millones de dólares por los Atléticos de Oakland) y Yordanis Samón el trío más ofensivo de la pelota cubana.

Internacionalmente debutó en 2005, en un evento de poca monta en Venezuela. El estadio, casi una sabana, con bardas por el jardín izquierdo a 400 pies, no fue óbice para que Alfredo Despaigne pegara dos soberbios jonrones.

En 2007, en una Copa Intercontinental en Taipei, se estrena con el equipo grande, como primer bate y jugando el jardín central. A partir de ese momento siempre ha estado presente en las escuadras cubanas.

Ya en 2009 implantó un récord para campeonatos mundiales, al conectar 11 jonrones. Sus números en las seis series que ha tomado parte son de espanto.

Echémosle una ojeada. En 2,354 veces al bate, Despaigne ha pegado 821 hits, 168 dobles, 18 triples y 164 jonrones, con un average de 349 y sluggin de 557.

Ha traído para el plato 551 carreras, a más de 90 por campaña y si sumamos a las 492 carreras anotadas, da un total de 1,043 carreras producidas, a 173 por temporada, el mejor promedio de la isla.

En la actual campaña, Despaigne está, como siempre, desforrando la Mizuno 200. Contabilizados 50 de los 96 partidos del calendario, tenía 21 jonrones, con un paso que augura romper el récord de 33 implantado por Yoenis Céspedes y José Dariel Abreu, promediaba para 357, 42 anotadas y 57 remolcadas.

Su OPS de 1,242 y sluggin de 757 es sencillamente de otra galaxia. Alfredo Despaigne viene a ser para la pelota cubana lo que Albert Pujols es en las Grandes Ligas.

Si Despaigne no es un pelotero con cinco herramientas es debido a su mala defensa. Defiende para 959, desastroso para un jardinero de una liga que se respete. Sus deficiencias al campo lo supera con creces madero en ristre.

Sus estadísticas ofensivas en 7 años no dejan lugar a dudas. Aunque a simple vista no impresione ni tenga pinta de Big Leaguer, Alfredo Despaigne es el mejor bateador cubano de la actualidad. Es la diferencia. Lo siento por Yulieski Gourriell.

Iván García

Foto: Tomada de Playersofelbeisbolcubano's Blog.

2 comentarios:

  1. el ya no vive en cuba oh si ? saludos

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  2. Gracias por visitar el blog y dejar un comentario. Despaigne sigue viviendo en Cuba, en la provincia Granma. Saludos, Iván

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