En inglés suele utilizarse la frase “not to see the big picture” (no ver el panorama general) para referirse al error frecuente de perderse en los detalles sin observar la cuestión en su totalidad y alcance. En Cuba sucede al revés: la gente se marea con el enunciado sin ponderar lo que hay detrás, la letra pequeña, la trampa.
Así ha ocurrido con el anuncio de que Cuba y Rusia retomarán un nivel de relaciones parecido al que existía cuando la gran ubre de la URSS estaba a disposición de la hija boba caribeña, entonces regida por Fidel Castro. A medida que los medios, tanto oficiales como independientes, se explayan sobre esta nueva fase de dependencia, la gente ha comenzado a incluir el asunto en sus debates cotidianos.
Sobre qué piensan los cubanos de ser nuevamente mantenidos por Rusia, CubaNet sacó un video (verlo al inicio de este post) que, salvo un par de excepciones, evidencia la falta de expectativas que ha generado el concubinato del PCC con el Kremlin. A estas alturas, los cubanos pensantes nada esperan para beneficio del pueblo. Ni Rusia es la URSS, ni Díaz-Canel es Fidel Castro, ni estamos en la era del CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica).
En Bayamo, una Mipyme gestiona el restaurante Plaza Roja, donde las dependientes van y vienen ataviadas con prendas típicas de Rusia. El gobierno cubano acaba de prorrogar la licencia a catorce compañías rusas que elaboran o procesan alimentos para exportarlos a la Isla, y no pasa un día sin que se hable de proyectos en común, de que se hará esto o aquello, mientras las tiendas en MLC siguen desiertas, con las mismas laticas de guisantes de hace un año, y mucha cerveza de calidad mediocre.
Lleva razón la cubana que en el video opina que nada positivo traerá el acercamiento, y también los que dicen que el gobierno cubano está “inflando” para que la gente crea que hay esperanza, sobre todo aquellos que se vuelven hacia los años 80 como referente de “prosperidad gracias a los rusos”. Esos, perdidos en el enunciado, ignoran que en mayo de 2022 se dijo que Rusia exportaría alimentos a la Isla, entre ellos mariscos, conservas de distintas carnes y productos lácteos.
Ha transcurrido poco más de un año y esos productos brillan por su ausencia, mientras el hambre en Cuba arrasa y los niños mayores de siete años desayunan con refresquitos Zuco, chatarra dañina para su salud.
El régimen infla para que los cubanos crean que las cosas van a mejorar, porque siempre hay entusiastas que creen que la solución debe venir de fuera, como el sujeto del video que dice admirar a Putin y estimarlo, cual si fuera su socio de toda la vida, el coleguita de chispa y contén. A la dictadura cubana le interesa reproducir ese arquetipo de ciudadano que habla estupideces, que no piensa ni opone resistencia.
Por eso hay ron a granel en todos los antros estatales, y el hambre se multiplica hasta apagar los sentidos, reduciendo al cubano a un manojo de nervios confundido, pasivo y medio loco. Tal es la realidad de una Cuba donde todos los proyectos con capital extranjero son solo eso: proyectos que se siguen posponiendo porque algo no cuaja, el burocratismo sigue ahí, alentado por la crisis del combustible que no se resuelve a pesar de tanto arrumaco con el régimen de Putin.
Lo que sí ha ocurrido es la inesperada desfachatez de Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea, afirmando que Cuba podría ser la Mallorca del Caribe, una insensatez que solo podría salir de la boca de alguien presionado por el capital europeo, que de seguro ve con preocupación el avance de Rusia en la Isla y las concesiones hechas por el gobierno cubano a otros países.
Mientras los rusos reciben tierras para explotar por tres décadas, libres de impuestos, y entregan Cayo Largo del Sur a Canadá para que lo administre a placer, España solo cuenta con los hoteles de las cadenas Meliá e Iberostar, en su mayoría cochambrosos, semidestruidos y carentes de ofertas atractivas.
Con tanto bombo y platillo a favor de Rusia, Cuba presiona a la vieja Europa para que se ponga las pilas o se queda fuera del pastel. Así que Borrell vino a rastras, a celebrar las Mipymes y dejar claro, cristalino, que no le impondrá directrices al régimen con respecto al acuerdo de diálogo político, que el tema de los presos políticos es secundario (terciario incluso) para la UE, y que la prioridad es hablar de negocios.
Así las cosas, el régimen se regodea en su impunidad y aprueba una Ley de Expropiación (Lanzan anteproyecto para legalizar expropiaciones forzosas en Cuba (cubanet.org)) por motivos de interés público, que permitirá quitarle casa y negocio a cualquier ciudadano. A la par, el Ministro de Economía ha declarado que los dueños de las Mipymes se están enriqueciendo y que tal cosa no puede ser tolerada, de modo que se avecina una redada contra el “mal” que ellos mismos autorizaron, y que no ha contribuido a mejorar la insostenible situación de los hogares cubanos.
Los planes con Rusia son el punto de fuga de la opinión pública, porque en Cuba hay que cambiar demasiadas cosas cuya ejecución no depende solo del dinero. Echarse encima la catastrófica infraestructura de esta Isla es demasiado para el gigante euroasiático, que puede impresionar a los hijos de un país extremadamente pobre como Cuba, pero, en comparación con otras potencias, tiene una economía relativamente pequeña y comprometida en una guerra, la de Ucrania, que se ha prolongado mucho más de lo previsto.
Javier Prada
Cubanet, 8 de junio de 2023.
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