lunes, 8 de agosto de 2011

El verdadero Tío Tom


Estados Unidos vive estos días una campaña para limpiar la reputación del protagonista de La cabaña del Tío Tom (1852), la novela que cambió la faz del país.

Concebido en su día como héroe y recibido por la mayoría de la población negra como una figura inspiradora, con el paso de las generaciones 'Uncle Tom' había acabado con tintes de villano. El activismo radical negro, como el de Malcolm X, lo llegó a identificar con el colaboracionismo y la dócil asimilación.

En los años del movimiento por los derechos civiles de la décadas de 1950 y 1960, llamar 'Tío Tom' a alguien era el peor insulto que un negro podía dirigir a otro. La literatura comprometida de entonces contraponía dos arquetipos históricos: el 'esclavo del campo', luchador y difícil de doblegar, y el 'esclavo de la casa', empleado como sirviente del blanco en su ámbito doméstico, mejor tratado y traidor de su raza.

Cuando se cumplen doscientos años del nacimiento de Harriet Beecher Stow, la autora de 'The Uncle's Tom Cabin', un libro (Mightier Than the Sword', de David S. Reynolds) y diversos artículos tratan de restituir el carácter ejemplar del Tío Tom, personaje de ficción, aunque concorde con la experiencia del esclavismo cotidiano del que Stow era testigo.

En la novela, este esclavo de Kentucky se ve obligado a dejar su 'cabaña' de madera, donde vive con su familia en actitud de devoción hacia el buen hombre blanco que acaba vendiéndole, y es transportado Misisipi abajo para terminar sus días en una plantación de Luisiana, en medio de atroces castigos y sin levantar la mano contra quien le extermina. A pesar de lo que puede parecer, en realidad el personaje era un modelo de fuerza física, coraje moral y solidaridad con su raza, todo lo contrario al significado que luego acabaría atribuyéndose a su nombre.

La novela, de calidad discutible especialmente bajo los estándares de hoy, es un manifiesto contra la esclavitud y su éxito inmediato contribuyó enormemente a que la opinión pública abrazara el abolicionismo. En el primer año, en Estados Unidos se vendieron 300 mil ejemplares, cifra inusitada entonces. Fue el primer gran impacto de una novela estadounidense en el mundo.

Pronto hubo versiones para el teatro, que hicieron la obra extremadamente popular. Frederick Douglass, antiguo esclavo y primer líder negro, aseguró que nadie había hecho tanto para el progreso de los afroamericanos como Stowe. De hecho, actitudes trascendentales como las de Rosa Parks, la mujer que en 1955 se negó a dejar el asiento a un blanco prendiendo con ello el movimiento pro derechos civiles, o del reverendo Martin Luther King entroncaron con el pacifismo del Tío Tom.

Emili J. Blasco
ABC, 29 de junio de 2011

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